Por su importancia, el de crear producto digital enfocado en resolver un problema es uno en los que más se insiste (e insistimos).
De hecho, ya hablamos de lo que esto significa en la práctica, e incluso señalamos los impedimentos que nuestros Product Managers y Product Designers se encuentran durante sus misiones.
Ahora bien, tan importante es el qué como el cómo se resuelve un problema. En producto no todo vale y el hacerse preguntas sobre la manera de crearlo puede resultar tan determinante como la solución en sí.
De preguntas va la cosa. Así que nuestros Thiguys y Thigirls cuentan para qué sirve cuestionarse la forma en la que hacen producto cuando se integran en los equipos de las empresas. Estas fueron sus respuestas.
Jorge Zamora - Product Manager
El producto que desarrollamos hoy en día no puede ser el mismo que desarrollaremos en un año. Las sociedades cambian y las empresas deben adaptarse a ese cambio. Solo hay que echar un vistazo a lo acontecido en 2020. ¿Te acuerdas de las reticencias que había con el trabajo en remoto?
Una empresa, ya sea desarrollando un producto digital o tradicional, debe tener como objetivo principal el satisfacer las necesidades de sus clientes o en el caso de un producto digital, a sus usuarios.
Pongamos como ejemplo las Fintech y cómo el mercado ha cambiado desde la aparición de empresas tipo Mondo, N26 o en el caso de la española Bnext.
La banca es uno de los sectores más tradicionales de la industria y se ha dado cuenta de su necesidad de cambio. La necesidad de adaptarse a sus consumidores y la necesidad de ofrecer valor de una forma constante e iterativa, de ahí surge el cambio experimentado por BBVA y Santander en los últimos años.
Y lo mismo que le ha pasado a la banca tradicional, le pasará a las compañías que se encuentran ahora mismo en un buen momento.
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Victor Corrales - Product Manager
El mundo digital es cambiante, lo que ahora es una novedad mañana es deuda técnica. Los productos deben encontrarse en constante cambio y adaptación para responder a las necesidades de un público y un contexto en constante cambio.
En lugar de responder a por qué es importante cuestionar la forma de hacer producto, hagamos lo contrario, ¿qué ocurre si no cuestionamos la manera de hacer producto?
Como ya he visto en otras misiones, un product market fit perfecto, un hoyo en uno tiene una fecha de caducidad, y si no eres consciente de esto y no te cuestionas constantemente, el producto pierde terreno frente a la competencia o frente al contexto hasta volverse obsoleto.
Diseño, usabilidad, funcionalidades, arquitectura, código, flujos de trabajo, comunicación, buenas prácticas a todos los niveles, deben estar en constante revisión y cuestionamiento, cualquier desactualización o descontextualización en una de estas partes provoca un agujero en el barco que puede hacer que se hunda si no se resuelve de forma inmediata.
Cuestionar es adelantarse y reforzar para que no existan agujeros.
En otro caso, al no hablar con el cliente, no establecer flujos de feedback, la valoración caía poco a poco, se invertía mucho esfuerzo del equipo de producto en hacer taras urgentes (y lo que es peor) poco importantes.
Se estaba invirtiendo dinero en lugares incorrectos y estaban perdiendo clientes. Se alcanzó un círculo vicioso que se rompió al cuestionar qué necesidad responde cada desarrollo hasta llegar a la fuente del problema: escuchar al cliente.
Paco Martín - Product Designer
Si no se cuestiona la manera en la que están haciendo las cosas en torno a un producto... ¿Estamos suponiendo que lo hacemos todo bien? ¿Y lo consideramos porque el NPS arroja buenas cifras? ¿Porque tenemos buenas reviews en el store?¿A quién sirven esas cifras y en último caso, durante cuánto tiempo van a ser así?
Es muy común decir que vivimos en un entorno de innovación constante y de incertidumbre brutal, pero no deja de ser cierto por más común que sea.
Cuestionar qué estamos desarrollando y cómo lo estamos haciendo tanto a nivel interno como en su relación con el ecosistema tecnológico, empresarial y social en el que habita es una magnífica forma de entender los retos a los que se enfrentan tanto los productos como los usuarios y articular posibles maneras de solucionarlo.
Julie Morvan - Product Manager
La competición es cada vez más fuerte en todos los entornos. Lo vemos en las fintech. La banca tradicional está peligro, porque nuevas app o sitios escuchan, prueban y sacan funcionalidades que encajan con el usuario final, que es quien utiliza el producto, quien paga por él.
Una empresa que escucha a sus clientes crea más conexión, el cliente se siente escuchado y entendido. El ser humano tiende a querer ser entendido, y una empresa que demuestra hacer este ejercicio de escucha, fideliza mucho más.
Lo vemos ahora en empresas que colaboran más entre customer center y producto (como la app de Pokémon Go) muchas features vienen de pedidos hecho en Twitter, a través de la app, etc.
Los usuarios dan su opinión más fácilmente porque son escuchados, entonces la empresa itera su producto más rápidamente.
También atraes a más talento porque saben que lo que van a hacer va a tener sentido, y porque va a poder hacer cosas que generen impacto. Para mí esto último es algo por lo que apostar fuerte, porque marca una diferencia fundamental. Hacer cosas que tengan sentido para un usuario identificado.
Nicolas Léonard - Product Manager y Managing Director
Estamos asistiendo a cambios de paradigma que no podemos ignorar: grandes empresas perdiendo market-shares a causa de pequeños players ofreciendo el mismo servicio con un precio mucho más atractivo y una experiencia adaptada a los hábitos de consumo de nuestra generación.
Ahora bien, puede que tenga un punto de vista muy extremo, pero no considero que la mayoría de las empresas hagan producto.
Crean y desarrollan software, de forma iterativa, con metodologías ágiles. Todo perfecto…
Pero puedes desarrollar producto que a nadie le interesa de forma iterativa, cumpliendo con todas las check de la lista de tareas, y saltándote el primer y más importante principio: la mayor prioridad es satisfacer al cliente.
Cuando cuestionamos la manera de hacer producto, podemos sacar unos beneficios tangibles como:
- Cambiar de imagen de la marca, y con ello la percepción de los clientes. Lo cual nos puede permitir llegar a un público que hasta ahora hemos ignorado. En consecuencia: expansión mercado y/o posicionamiento.
- Ofrecer a los empleados un cambio importante de cómo desarrollan su carrera dentro del grupo, formándose y reinventando su perfil y futuro. En consecuencia, mantener el compromiso con los empleados desilusionados.
- Atraer a talento tech con retos de alto nivel (impactar a millones de usuarios, servicios y marcas que todos conocemos). Me viene a la mente el ejemplo muy interesante de Mercadona Tech.
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