Bienvenidos una semana más a la cocina del charlatán de turno que pretende deciros cómo priorizar ese complicado backlog que se os resiste, deciros lo sencillo que es todo eso de priorizar para transmitiros confianza y, además, daros las cuatro técnicas súper trilladas que estáis hartos de ver en San Google, sin saber muy bien cómo aplicar o, directamente, sin que acaben de funcionar como esperabais.
No os creáis nada, validad siempre con vuestra experiencia.
Todo buen cocinero del product management entiende la importancia de una buena priorización y cómo este tipo de platos son la base de los mejores menús dignos de nuestros clientes, negocio/stakeholders de nuestra organización y equipo de producto.
Para nuestros comensales es completamente indiferente cómo cocinamos nuestra priorización, ellos sólo quieren disfrutar de un buen menú que solucione sus problemas.
Al mismo tiempo, lo que está fuera de toda duda es lo que provoca una priorización mediocre: que se corte la mayonesa y al rebajarlo con urgencia acabas desplazando lo importante; o una mala priorización, de esas con sabores a microgestión y titiriteros en la sombra que dejan la ropa oliendo a fritanga una semana. Situaciones que desembocan en que nuestros comensales se disgustan, se vayan y nuestro producto acabe en el cubo de la basura de cualquier callejón.
El objetivo: estrella Michelín de la Buena Priorización, ¿te apuntas?
Esta semana vamos a preparar un riquísimo backlog completamente ordenado, con una calidad que hasta tu stakeholder más hater quedará encantado, ¡y querrá más!
¿No os ha pasado, cuando veis este tipo de recetas, que os dicen «vamos a cocinar con lo que tenemos a mano en la nevera»...? Y ¡Boom! ¡Sacan un delfín! Venga, manos en harina, vamos a cocinar con lo que tenemos a mano en la nevera.
Fórmate con profesionales top en el Curso de Product Manager de Thiga Academy
¿Qué se necesita para la buena priorización del backlog?
Ingredientes:
- Entender qué es valor.
- Saber qué es un backlog y qué tipos hay.
- Un MVP de soft skills del buen cocinero: comunicación, actitud y autoconfianza.
- Conocer las herramientas o frameworks de priorización, al más puro estilo agile. Con mucha salsa barbacoa.
- Cultura lean del error.
Con los ingredientes sobre la mesa, ¡vamos a ello! Paso a paso de la receta. Rápida y sencilla. Horno precalentado a 250 grados:
- Define tu valor.
- Define la estructura de tu backlog.
- Descubre la necesidad y contexto de cada ítem.
- Elige una herramienta/framework.
- Ordena los items en tu backlog.
- Falla, aprende, ilusiónate y vuelve a priorizar.
¿Qué es eso de «valor»?
Antes necesitamos entender por qué es importante definir el valor.
Nos aporta el grado de información suficiente sobre nuestro producto y sobre nuestros comensales (clientes, negocio y tech) para poder establecer qué ítems son candidatos a estar en las primeras posiciones de nuestro backlog. Es el atributo, a mi entender, más importante, si bien no es el único, lo veremos en el paso de la receta de las herramientas.
Voy a buscar y a vomitar aquí las definiciones que todos conocemos sobre maximizar el valor y esas cosas como si fueran mías, obvio, pero antes me gustaría explorar qué entiendo yo por valor, haciendo un ejercicio de prospección con la curiosidad y la inocencia de un niño.
Para poder describir el valor necesito reflexionar sobre el uso que le damos a este término y los contextos en los que nos permitimos su uso.
Cuando alguien nos dice «espero haberte aportado valor» trata de pedirnos feedback sobre el conocimiento o información que nos ha transmitido con la esperanza de haber cubierto nuestra necesidad de forma satisfactoria.
De alguna forma, la persona que nos dice esto espera haber dado algo que nos acerque al conocimiento o lugar que necesitamos, espera haber cubierto las expectativas e incluso haberlas superado. En este escenario, el valor puedo entenderlo como una forma de ayudar, solucionar o construir sobre una necesidad o problema.
Formas de aportar valor: la regla de los dos pies
Otro ejemplo para explorar el significado de valor es una de las descripciones de la regla de los dos pies:
Si en cualquier momento durante el tiempo que usted esté aquí, se encuentra en una situación en la que no está recibiendo ni aportando valor, use sus dos pies. Vaya a otro lugar donde pueda recibir o aportar valor.
Otra definición, usada por ejemplo en el AOS2018, en lugar de usar valor usa «aprender o contribuir».
Aprender es una forma de recibir valor, por tanto valor puede ser un incremento del conocimiento que suma a la experiencia propia.
Contribuir sería aportar valor, en este caso podemos decir que al aportar conocimientos a otros incrementamos su valor, transferimos un valor propio en formato información a otros para sumarlo a los que ya tienen.
Nuestros comensales pueden perfectamente usar la regla de los dos pies al ver el menú que le ofrecemos si no somos capaces de entender qué valor aportamos con nuestro producto y ordenar nuestro backlog para ofrecer iteraciones que lo maximicen.
Hablando de comensales, debemos entender que el valor difiere en función de si lo «degusta» nuestro cliente, nuestro negocio/stakeholders, o nuestro equipo de producto.
- Para los clientes se puede entender como una forma de mejorar sus vidas, solucionar un problema o una necesidad o proporcionarles una ayuda o mejora sobre un aspecto que no necesariamente perciben como problema/necesidad.
- Para nuestros stakeholders y personas de negocio de nuestra organización, el valor se puede medir en términos de rentabilidad, ROI, NPS, tiempo, coste, recursos, etc. La optimización del conjunto de indicadores de negocio definidos para alcanzar los objetivos estratégicos de la organización puede entenderse como valor.
- En el caso del equipo de producto, IT y operaciones, el valor tiene más que ver con la optimización de la arquitectura, sistemas, deuda técnica, porcentaje de crash-free, incidencias, evolutivos, etc. Podemos decir que para este comensal el valor es indirecto y orientado a la eficiencia y productividad técnica.
Todas las conclusiones que voy construyendo definen el valor como un concepto positivo, que suma, una mejora.
Entiendo que el valor no puede entenderse como algo negativo, como algo que resta, en este caso sería una peor.
Puedes recibir una cantidad de valor, mucho o poco, al mismo tiempo por muy poca cantidad de valor que percibas siempre sumará. A mi entender, un valor negativo deja de ser valor.
Hagamos un ejercicio de inversión.
Si el comensal recibe un menú que le aporta valor negativo, es decir, tomando una de las acepciones, no sólo no soluciona su necesidad sino que provoca que su necesidad sea más grande, ¿ante qué nos encontraríamos? ¿Un menú que provoca más hambre? ¿Un producto que aumenta nuestro problema? Puede tener mal sabor, puede satisfacer o no hacerlo, pero no puede aumentar el hambre o el problema, en este caso no sería valor, sería un daño.
Por último, el valor como forma de medir/percibir la importancia de algo o aumentar la importancia. El valor del dinero, por ejemplo, como forma de crear un estándar o referencia para comparar diferentes divisas. Más allá del dinero, el valor del trabajo medido como el tiempo que vendemos a las empresas a cambio de dinero, y este intercambio varía en función de cuánto vale nuestro tiempo en función del contexto socio-económico.
Entonces, maximizar el valor, aquello que siempre debe hacer el buen Product Manager con la Buena Priorización para lograr la Estrella Michelín, se puede traducir como la búsqueda perseverante de mejorar la solución para nuestros clientes, de mejorar la rentabilidad para negocio y de optimizar la infraestructura interna en cada iteración de producto.
Para saber más: descarga nuestro libro Las Claves del Product Management
Foto de airfocus en Unsplash