Llevo más de 25 años trabajando en entornos digitales, y en los últimos 3 o 4 años no paro de oír a compañeros de Producto hablar sobre “El síndrome del impostor”, y claro, yo, como soy de preguntar, pienso ¿Qué es eso del síndrome del impostor? ¿Por qué ocurre? ¿Cómo se puede solucionar?
En este artículo intentaré daros mi visión sobre este tema, con el único objetivo de intentar ayudaros a los que sentís esa falta de utilidad en lo que hacéis en el día a día, eso sí, teniendo en cuenta que realidades y verdades, hay tantas como perspectivas, y la mía, solo es una perspectiva.
Dentro del rol de Product Manager hay muchas funciones, de hecho, una de las primeras funciones que vais a tener que realizar en un nuevo puestos de trabajo de Product Manager es entender cómo aportar mayor valor a vuestra empresa/producto realizando “x” funciones, ya que muchas veces, ni las propias empresas sabrán qué funciones debes de realizar.
Esto último es complicado de entender que pase, pero es muy corriente que ocurra, ya que es un rol “nuevo” y poco a poco se irá adaptado, pero la verdad es que no todo el mundo entiende la diferencias de un Product Manager con un Project Manager, Delivery Manager, Product Owner…. Eso hace que, muchas veces, no se nos asignen las funciones y objetivos más idóneos para nuestro rol, haciendo, que nos frustremos con más tareas de proyectos y de ejecución de las que deberíamos de tener.
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El problema de la intangibilidad a corto plazo
Por otro lado, está la intangibilidad a corto plazo de algunas de nuestras tareas, porque el definir un buen modelos de datos, o una buena máquina de estados en un proceso operativo, hace que el producto pueda escalar y conquistar el mundo, pero es algo que no todo el mundo ve su valor y el retorno se obtendrá a largo plazo.
- ¿Cómo vas con el desarrollo? ¿Todo bien? ¿Cuándo lo vas a tener? ¿Crees que estará para hoy? ¿Hoy salimos a pro, no?
Muchas veces, esto último, hace que nos alejemos de funciones menos tangibles, como la estrategia, definición o visión de producto, para coger “el látigo” y perseguir a los desarrolladores, y esto sí que es peligroso.
Igual tenemos un rol con unas funciones sobre estrategia y visión super chulas, pero nosotros mismos, de forma inconsciente, vamos a lo más tangible de nuestro trabajo, como puede ser una subida a producción. Volcamos nuestro esfuerzo en empujar y apretar a los desarrolladores (esto lo llevo viendo en los últimos dos años casi tantas veces como cervezas me he tomado) y aquí el “Síndrome del impostor” sí que es un problema porque nos quita tiempo para diseñar una buena estrategia de producto y definir unas buenas features iterables y escalables.
Entonces, o bien porque la empresa no sabe muy bien cómo definirnos las mejores funciones para ser productivos o bien porque a veces nosotros mismos vamos al lado más tangible de la balanza, el “Síndrome del impostor” ya no solo nos afecta a nivel emocional, si no que también impacta en nuestra productividad del día a día.
¿Y cómo lo evitamos?
Creo que la forma más rápida y eficiente es entender el valor que tienen las funciones más intangibles de nuestro trabajo, y saber comunicarlo al resto de la compañía. Nosotros, tenemos que entender el valor que aportamos, como a través de nuestra definición hacemos un producto escalable, o cómo aplicamos soluciones para no solucionar problemas, y hacer que estos no se den más.
Somos un rol imprescindible para que una empresa crezca, pero todo pasa por que nosotros nos los creamos y lo comuniquemos.
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3 soluciones al síndrome del impostor
- Entiende y comunica el valor que das por cada función que haces.
- No persigas a los equipos técnicos buscando tangibilidad en tu trabajo.
- Busca tu propio hueco cuando vayas a una empresa nueva, y adapta tus funciones a lo que el producto y empresa necesiten.
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