Más de una década haciendo producto, puliendo la parte de MVPs, y… ni uno de ellos era inclusivo. ¿Está bien? ¿No está bien? ¿Cuándo se piensa en hacer un producto inclusivo? Y, lo que es más difícil, ¿por dónde empezar?
Un día eres Product Manager, y la startup donde trabajas (Apolo Kids) te transmite la nueva dirección hacia la que remar: conseguir que el valor que aportas impacte en todas las personas, sin excluir a nadie por el hecho de que pueda tener alguna necesidad educativa especial (NEE). Y para conseguirlo solo hay un camino: que el producto sea inclusivo.
¿Cómo? ¿Qué? ¿Qué es esto? No entiendo… ¿Qué se considera NEE (Necesidad Educativa Especial)? ¿Cuándo se puede decir que un producto digital es inclusivo? Pero… ¿para que sea inclusivo tiene que poder contemplar que cualquier usuario con cualquier necesidad educativa especial, y/o cualquier discapacidad pueda usar la aplicación? ¡Esto es enorme! ¡Imposible! Y es que… desconozco este mundo. ¿Qué hago como Product Manager? ¿Por dónde empiezo?
¿Qué tal si empezamos por incluir nuevas funcionalidades en la app (en este caso, la app es “Kokoro Kids”) que permitan reducir estímulos visuales? ¿O mejor incluir subtítulos en vídeos o instrucciones para usuarios con deterioro auditivo? No, espera, mejor aún, ¿qué tal si incorporamos pictogramas?
Sí, todo eso está muy bien, y suena genial pero… ¿qué objetivo más aterrizado (aparte de que queremos que la app sea inclusiva) vamos a perseguir? ¿Qué métricas definirán el éxito de si somos inclusivos o no?
Todas estas reflexiones, y más, empezaron hace 6 meses en mi vida profesional. Y después de semejante torbellino de preguntas acabé con el siguiente pensamiento: “¡Menudo reto tengo por delante! Probablemente el más grande de mi carrera profesional, y sin duda… ¡el más bonito!”
¿Por dónde empezar a hacer que una app sea inclusiva?
Lo primero, y principal, por entender qué significa “inclusivo”, y cómo responde ante ello la gente en la vida real. ¿A qué me refiero? A que la teoría es muy bonita, y, desgraciadamente, algo que parece muy difícil de convertirse en realidad.
¿Por qué digo esto? Porque el simple hecho de conseguir que un producto digital esté pensado y diseñado para que todos los usuarios puedan usarlo teniendo en cuenta todas y cada una de las necesidades existentes, y habilitando todos los ajustes necesarios para que pueda usarse por todos es… ¡misión imposible! (o casi imposible)
Creo que el primer jarro de agua fría como PM me lo llevé cuando acepté que es muy probable que ningún producto donde trabaje será 100% inclusivo. Jamás. Pero eso no significa que no pueda ser cada vez más inclusivo, y que consiga eliminar más barreras.
Por tanto, lo primero que hice fue aceptar la realidad, con ojo objetivo, crítico, y constructivo. Conseguir esto fue “relativamente fácil” porque he tenido la suerte de contar en el equipo con profesionales de la psicología, y de este ámbito, que lo primero que me mostraron fue este esquema:
El primer paso ya lo tenía, el jarro de agua fría ya me había congelado, jeje, así que el siguiente paso era tratar la exclusión, y entenderla antes de poder priorizar y decidir cómo continuar iterando el producto.
Voy a excluir, ¿te suena mal? Pues es lo que toca ahora
Excluir bien es todo un arte. Primero, hay que entender a la perfección el mercado en el que el producto (en este ejemplo: la aplicación “Kokoro Kids”) resuelve un problema. En este caso real, se trata de un aporte de valor asociado al aprendizaje por parte de los niños a través de juegos educativos.
Lo siguiente a trabajar consiste en analizar y entender qué barreras existen en la app. Una vez localizadas, habrá que priorizarlas para poder empezar a eliminarlas, y esto pasa por saber a quién quieres ayudar. En este caso, niños y niñas de 5 a 12 años con necesidades educativas especiales.
Sí, pero esto sigue siendo muy genérico: “con necesidades educativas especiales”. Hay que empezar por algunas en concreto. O, mejor dicho, por escoger una discapacidad, aprender en qué consiste, y cómo conseguir que la tecnología sea accesible para esos niños/as.
Así pues, decidimos empezar por hacer que el aprendizaje fuera accesible para niños con discapacidades del desarrollo causadas por diferencias en el cerebro. En concreto, para todos aquellos con Trastorno del Espectro Autista (TEA), ya que representan uno de los porcentajes más altos dentro de la población y los centros educativos.
Dime quién eres, y te diré qué vamos a desarrollar
Al principio parecía más o menos evidente qué barreras había que permitir que los padres (o profesores) pudieran eliminar para niños con TEA. Algunos ejemplos fueron reducción de estímulos visuales en los juegos, limitación de tiempo de juego en la app, o incluso eliminar frases o interjecciones que daban a entender que el niño no había escogido la opción correcta. ¿Por qué? Porque a veces les gustaba tanto oír esa frase/interjección que realmente elegían la opción incorrecta a propósito.
Se creó una sección de accesibilidad en el perfil del padre/madre/profesor para que pudiera configurar todas estas opciones. Sin embargo, el backlog de barreras a eliminar sigue creciendo: adaptar y convertir el lenguaje de los juegos en lenguaje fácil y sencillo, añadir pictogramas, etc.
¿Cómo es posible que aún escogiendo un único segmento de usuarios (los niños con TEA), el backlog de barreras a eliminar sea tan amplio? ¿Cómo seguimos iterando el producto?
Queremos ayudar e impactar, pero somos una startup, no una ONG. ¿Qué hacemos?
Objetivos, objetivos, y objetivos. Queremos impactar positivamente en la sociedad, queremos ayudar a reducir las dificultades en el aprendizaje, y que cada vez más niños puedan aprender con los juegos educativos de la app. Perfecto. ¿Cómo sobreviviremos?
Hablemos de impacto. Tendremos que establecer una métrica que queramos alcanzar. ¿Cuántos niños con neurodivergencia queremos que jueguen en la app y aprendan de aquí a final de año, por ejemplo? Empecemos por aquí. ¿Sabemos diferenciarlos dentro de la app? Continuemos por aquí.
¿Cómo creemos que podemos ayudar a que este aprendizaje llegue a más niños en menos tiempo? ¡Centros educativos! Concretemos aún más: escuelas de educación especial. ¿Por qué? Muy sencillo, porque hay más niños con TEA que en un colegio ordinario. Vale, parece que tiene sentido, pero afinemos aún más: ¿Cuántas escuelas de educación especial queremos que nos utilicen en los próximos 3 meses?
Y ahora, para poder sobrevivir… ¿Cuántas escuelas de educación especial consideramos que tendrían que pagar para concluir que nuestro producto está siendo un éxito?
¡Ya tenemos una dirección establecida! Unos objetivos de éxito a perseguir, ¿y ahora qué? (Por supuesto, esto es solo un fragmento del ejemplo real, hay más métricas y objetivos que definen la situación real)
Ahora sí, llegó el momento de construir el MVP inclusivo
Mi aprendizaje hasta aquí me lleva a concluir que no es necesario hacer un MVP para conseguir que una app sea inclusiva. Sin embargo, en este caso sí tenemos que hacerlo porque haciendo discovery hemos descubierto que los profesores de los centros de educación especial necesitan resolver ciertos problemas a la hora de preparar las sesiones de trabajos con los niños.
Esto es algo que no teníamos en la app, y para lo que necesitábamos hacer un desarrollo. Por tanto, definir un MVP era la mejor opción. Pero claro, necesitamos que sea inclusivo. Y, en este caso, más allá de seguir eliminando las barreras que hay en el backlog, ser inclusivo significa poder personalizar la sesión de trabajo para cada niño.
Y, sobre esto, se podrían escribir unos cuantos artículos más. Lo dejamos para otra ocasión, jeje.
¿Con qué podemos quedarnos de toda esta historia?
- Es casi imposible que un producto se considere 100% inclusivo, pero lo importante es saber para quién quieres hacerlo inclusivo, y centrarte primero en ese segmento.
- Que un producto trabaje la parte de accesibilidad no significa que no pueda ser rentable, ni mucho menos. Se puede impactar positivamente en la sociedad, ayudar en temas de inclusión, y monetizar por ello.
- Definir objetivos y métricas de éxito es imprescindible también a la hora de trabajar la accesibilidad de un producto.
- No es necesario hacer un MVP nuevo para que un producto existente sea inclusivo. Solo en casos muy concretos (como el de este caso que pivota de B2C a B2B sí puede que lo requiera).
- El aprendizaje nunca termina, y mucho menos en temas de inclusión.
- Vas a equivocarte, así que intenta hacerlo pronto, y en entornos muy controlados (y sobre todo al principio, supervisados por profesionales)
- Si vas a trabajar en hacer un producto inclusivo, acepta que empezarás por la exclusión, para después llegar a la inclusión. Así como que probablemente será tu mayor reto profesional, pero también uno de los más bonitos y gratificantes.
Para saber más sobre producto descarga nuestro libro Las Claves del Product Management