Todos conocemos el principio de Pareto: el 20% del esfuerzo genera el 80% de los resultados. Pero en Producto, muchas veces ocurre lo contrario. El 80% de las funcionalidades no se usan, generando más desperdicio que valor. En este artículo, el experto en Producto y socio de Thiga, Kai Hansen, nos presenta el principio Anti-Pareto: construir más no significa lograr más. El verdadero desafío está en eliminar lo innecesario y enfocarse en lo que realmente importa.
La dura verdad que pocos se atreven a decir
Una verdad incómoda recorre los pasillos de Producto e Ingeniería: según un estudio de Pendo en 2019, el 80% de las funcionalidades de los productos de software rara vez o nunca se usan. Piensa en tu software favorito, ya sea un procesador de texto, una herramienta de diseño o tu teléfono. ¿Cuántas funcionalidades usas realmente? Apuesto a que solo unas pocas te aportan la mayoría del valor.
Ese 80/20 suena familiar, ¿no? Este ratio nos recuerda al famoso Principio de Pareto según el cual el 20% del esfuerzo produce el 80% del efecto. En Producto, solemos caer en lo que podríamos llamar el principio Anti-Pareto. La gran mayoría de lo que construimos termina siendo poco relevante.
El desafío no está en optimizar ese 20% que mejor funciona, sino en evitar invertir tiempo en el 80% que no aporta. Esta estadística no debería ser un susurro: debería gritarse. Pone de manifiesto un fallo fundamental en cómo desarrollamos software hoy y apunta a un camino mejor: hacer menos para lograr más.
Construye lo que importa
Empresas como Apple, Basecamp, Miro o Stripe aplican esta filosofía. Priorizar la experiencia del usuario, enfocarse en la funcionalidad clave y entregar productos pulidos, potentes e intuitivos.
Este enfoque implica un cambio de mentalidad. No se trata del número de funcionalidades, sino de la calidad del producto, valor que aporta al usuario e impacto en el negocio. Una forma útil de estructurar este cambio es con un enfoque 3x3.
1. Conoce a tus usuarios
- Habla con ellos de forma regular: entrevistas, tests de usabilidad, observación en contexto. Vaya más allá de las encuestas y los formularios de feedback para comprender realmente el "por qué" del comportamiento de los usuarios.
- Analiza datos de uso: Sumérgete en la analítica de tu producto. ¿Qué funcionalidades se utilizan? ¿Cuáles no? Deja que los datos te guíen.
- Enfócate en problemas, no en peticiones: Cuando un usuario pide una funcionalidad, pregúntate: ¿Qué problema quiere resolver realmente? ¿Cómo puedo ayudarle a resolverlo?
2. Ordena las ideas de forma sistemática y prioriza con firmeza
- Ten una visión y estrategia clara: Si no la tienes, es hora de definir una estrategia de Producto clara. Úsala para guiarte.
- Usa métodos de priorización: Usa frameworks que te ayuden a priorizar como Impacto vs Esfuerzo, RICE, MoSCoW para ayudarte a evaluar y clasificar las ideas de funcionalidades.
- Aprende a decir "no" más a menudo: Estar cómodo diciendo “no” a buenas ideas que no están alineadas con tu estrategia o con las necesidades del usuario. No dejes que tus stakeholders dicten las prioridades de tu producto.
3. Invierte en diseño y en pulir el producto
- Invierte en diseño: Haz de la usabilidad y la estética una parte esencial del proceso. Invierte en diseñadores y desarrolladores que sientan pasión por conseguir la mejor experiencia para el usuario.
- Céntrate en lo esencial: Haz que las funcionalidades más usadas sean impecables, intuitivas y agradables.
- Cuida los detalles: Microinteracciones, mensajes claros, diseño consistente… esos detalles convierten lo funcional en excepcional.
Gestionando la presión de los stakeholders
Te lo advierto: adoptar el enfoque de "hacer menos" no es fácil. Te enfrentarás a una presión constante:
- Ventas necesita una funcionalidad para cerrar un contrato.
- Soporte quiere una funcionalidad que reduzca las preguntas de los usuarios.
- La competencia ya tiene esa feature.
- Y el CEO pide integrar IA… sin saber para qué.
Todas estas suelen ser solicitudes circunstanciales. Pero construir un buen producto requiere mirar más allá de las peticiones individuales, de la competencia o de los problemas actuales. Es necesario pensar a largo plazo.
Estas son algunas claves para mantener el rumbo siguiendo tu estrategia, gestionando las peticiones de los stakeholders y evitar caer en la creciente presión del FOMO (Fear Of Missing Out):
- Evangelizar: Explica incansablemente a tus stakeholders los beneficios de hacer menos para conseguir más: mejor experiencia, más calidad, reducción de costes y mayor rentabilidad.
- Apóyate en datos: Usa las evidencias para argumentar tus decisiones. Muestra el uso real de tu producto, el coste de mantener features que nadie usa y experimenta antes de lanzar.
- Priorización colaborativa: Involucra a los stakeholders en la priorización para lograr alineamiento.
- Vigila al mercado con ojo crítico: Analiza a tus competidores. ¿Las features de la competencia realmente aportan valor? ¿Resuelven sus problemas?
Escapar del Feature Factory
Desgraciadamente, hoy en día muchos equipos de desarrollo viven en el otro lado de la moneda. Como hámsters en una rueda intentando desesperadamente cumplir con sus tareas, ahogados en peticiones y luchando contra el frenético ritmo de la evolución tecnológica.
¿Por qué pasa esto?
Son varios factores los que contribuyen:
- Aumento de funcionalidades: Presión constante desde Negocio por añadir “una funcionalidad más” para seguir siendo competitivos.
- Tecnología punta: En su búsqueda de la excelencia técnica, los desarrolladores abogan por soluciones técnicamente brillantes pero sin valor real para el usuario.
- Mala interpretación de las necesidades del usuario: Las funcionalidades son construidas basándose en asunciones que no han sido validadas o que se basan en feedback entendido erróneamente en lugar de basarse en un profundo entendimiento del usuario.
- Miedo a eliminar: A muchos equipos les resulta fácil añadir nuevas funcionalidades pero les resulta muy difícil eliminar aquellas que han dejado de ser valiosas.
Las consecuencias
- Esfuerzo de desarrollo desperdiciado : Los equipos de Producto malgastan tiempo y recursos en funcionalidades secundarias que podrían dedicar a mejoras en las funcionalidades principales o a construir funcionalidades realmente innovadoras.
- Mayor complejidad y costes de mantenimiento: Más funcionalidades significa más código y complejidad, lo que implica más bugs acompañado de un menor rendimiento.
- Peor experiencia de usuario: Interfaces sobrecargadas hacen más complicado aprender a usar tu producto. La usabilidad de tu producto y la satisfacción de los usuarios disminuirá.
¿Cómo se pasa a “hacer menos para conseguir más” cuando apenas hay tiempo para respirar?
Requiere mantener un enfoque en dos fases:
Fase 1: Crear un alivio inmediato
- Reconoce el agobio: Comienza reconociendo que el equipo está abrumado.
- Comunica hacia arriba: Sé transparente y gestiona expectativas sobre la situación con tus stakeholders.
- Freno de emergencia: Pausa todo lo no crítico. Termina lo que ya está en marcha.
- Prioriza sin piedad: Revisa el backlog y quédate solo con lo imprescindible. Recuerda: el 80% de las cosas probablemente no se usarán. Reduce el alcance.
Fase 2: Construir un enfoque sostenible
- Prioriza la priorización: Clasificar y priorizar las peticiones de forma estricta para evitar caer en el agobio.
- Redobla la investigación de usuarios: Dedica tiempo y recursos para que sea parte clave del proceso de desarrollo.
- Ataca el desorden: Dedica tiempo a reducir deuda técnica y eliminar funcionalidades que contribuyan al agobio y reduzcan la velocidad de desarrollo.
- Construye cultura: Celebra la calidad, el valor al usuario y el enfoque estratégico. Promueve el pensamiento crítico y empodera al equipo para decir “no” estratégicamente.
Adoptar el enfoque de “hacer menos, lograr más” requiere coraje, claridad y disciplina. No se trata de parches rápidos, sino de cambiar la forma en que construimos productos.
Salir de la trampa del Anti-Pareto es dejar de perseguir backlogs infinitos o sucumbir a la ilusión de más funcionalidades significa más valor. Requiere promover una cultura que prioriza el valor, la calidad sobre la cantidad y basarse en la excelencia estratégica.
Al eliminar el 80% redundante y concentrarte en el 20% esencial, no sólo construirás mejores productos sino que serán productos que tus usuarios necesiten y que realmente transformen su experiencia.