Reuniomanía - A Product Letter #32

  • Actualizado: 09 julio 2024
  • 4 minutos
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Hablamos mucho, escribimos más y nos hartamos de señalar la nueva plaga que se expande allende las redes: la Reunionitis. Pero esto no deja de ser una forma de tirar balones fuera, como si la persona fuera una víctima inocente de las circunstancias anodinas que le llevan al "tengo mil reuniones al día, no me da la vida".

Es un hábito que trato de instalar en todos los equipos con los que trabajo. El hábito de queja + propuesta. Espero que cuando acabes la lectura de esta editorial puedas llevarte una valiosa propuesta.

La reflexión es la siguiente: ¿Pueden las reuniones generar adicción?

Se ha normalizado el dedicar los cinco primeros minutos de una reunión a quejarse de las muchas reuniones que tenemos, que no paramos, que saltas de una a otra, que vas acumulando retraso como en el médico... Incluso he visto cómo se llegaba al punto de compartir pantallas para ver quien la tiene más apretada. La agenda me refiero.

Ojo, yo el primero. Esto no es la cosa que le pasa al primo de un amigo. Lo vivo, lo sufro, y escribo estas palabras como forma de hacer consciente mi propia realidad y enfrentarme a ella.

El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional. Y, por raro que parezca (de forma consciente o inconsciente) igual que ocurre con los malos hábitos, del sufrimiento sacamos un beneficio.

Beneficios como, por ejemplo, el efecto halo que se genera alrededor de las personas hiper mega turbo ocupadas. ¿Productivas? Ni idea. ¿Ocupadas? Mucho. Pero volvamos a la reunionitis, a ver si conseguimos desmontar este concepto.

Quizá el término de la reunionitis, del que tanto se habla y que se popularizó después del cambio de paradigma que supuso el confinamiento haciendo que el trabajo en remoto fuera accesible para muchas personas, es «sólo» una inflamación de tu agenda.

Las enfermedades acabadas en -itis al parecer son inflamaciones de algún órgano.

Reunionitis = Inflamación de agenda. Enfermedad producida por la obstrucción de las jornadas debido a la acumulación de reuniones.

Pero... ¿y si el verdadero problema, ese que hace inflamar tu agenda, es que eres adicto o adicta a las reuniones?

Una adicción es una enfermedad crónica y recurrente del cerebro que se caracteriza por la búsqueda y el uso compulsivo de una sustancia o la participación en una actividad, a pesar de las consecuencias adversas que puede acarrear. Implica una pérdida de control sobre el comportamiento y cambios en la función cerebral, afectando diversas áreas de la vida.

Para comprobar si tienes adicción a las reuniones, o Reuniomanía, evalúa en qué grado o nivel te identificas con las siguientes afirmaciones:

⬜ Siento la necesidad persistente e irresistible de programar o asistir a reuniones, incluso cuando no son necesarias, llegando a interferir en otras responsabilidades o actividades importantes.

⬜ Tengo dificultades para controlar la cantidad o la frecuencia de las reuniones de trabajo, y puedo seguir programando o asistiendo a ellas a pesar de las consecuencias negativas que esto pueda tener en mi vida personal o profesional.

⬜ Con el tiempo, necesito programar o asistir a un número cada vez mayor de reuniones de trabajo para sentir satisfacción o para evitar sentimientos de malestar.

⬜ Si un día, de repente, tengo la friolera de CERO reuniones, puedo llegar a sentir desorientación, estrés o ansiedad.

⬜ Experimento irritabilidad cuando no puedo programar o asistir a una reunión, y puedo sentir el impulso de buscar oportunidades para participar en otras reuniones, de forma consciente o inconsciente.

⬜ Noto cada vez más como las reuniones interfieren en aspectos de mi vida fuera del trabajo, así como en mi productividad, al dedicar un tiempo excesivo a reuniones en detrimento de otras responsabilidades o intereses.

⬜ Niego el impacto negativo que esta situación tiene en mi vida y en la de quienes la rodean, y puedo justificar mi comportamiento como necesario o beneficioso para mi carrera o para la empresa.

Pero como apuntábamos antes, las adicciones, como el sufrimiento, nos reportan un beneficio. ¿Cuál? Estos son algunos de los motivos que nos llevan a la Reuniomanía:

  1. Necesidad de validación y gratificación emocional al recibir elogios o reconocimientos por las contribuciones.
  2. Evitación de responsabilidades menos gratificantes o desafiantes, o evitación de enfrentarse a situaciones incómodas.
  3. Búsqueda de conexión social y sensación de pertenencia como una forma de llenar un vacío emocional o social.
  4. Sensación de importancia o control, que alimenta el efecto halo que comentábamos antes.
  5. Cultura organizacional que valore en exceso las reuniones como indicador de productividad o compromiso, también relacionado con el efecto halo.
  6. Distracción o escape temporal de problemas personales o emocionales, proporcionando un ambiente estructurado donde pueden evitar enfrentarse a las dificultades.
  7. Búsqueda de seguridad o tranquilidad al tener estructura y claridad en las actividades diarias.
  8. Presión del entorno laboral, del grupo o de los superiores. Quizá no es la cultura de la empresa, sino del entorno laboral cercano, como el producto o proyecto en el que colaboras.
  9. Forma de escapar al aburrimiento o la monotonía en el trabajo, encontrando emoción o interés en la dinámica de las discusiones y decisiones que se llevan a cabo.

Este último punto me recuerda al colegio, cuando me aburría mucho en clase y me dedicaba a hablar con las personas que tenía cerca, a inventar juegos, o meter ruido, hasta que la profesora o profesor me separaban.

El aburrimiento puede ser síntoma de una profunda disonancia cognitiva, al estar haciendo algo que va en contra de lo que quieres, de lo que te gusta, de tus principios y valores... En definitiva, una falta de encaje con tus tareas actuales o con tu producto o proyecto.

También es importante destacar el comportamiento compulsivo de pertenecer, de aparentar y que las demás personas vean que trabajas, sobre todo cuando trabajamos en remoto. Esta nueva forma de entender el trabajo y la productividad nos lleva a nuevos rincones de nuestra mente despertando pulsiones latentes, como nuestra inseguridad, nuestro síndrome del impostor, nuestro miedo a la exclusión o nuestras necesidades insatisfechas.

Creer que llenar tu agenda de reuniones es trabajar mucho y bien es un error. El cambio empieza aceptando que esto es una creencia limitante, empieza en ti. ¿Cómo? Ahí va la propuesta.

Establece como norma para tí, para tu equipo, y para tu entorno, un espacio a la semana libre de reuniones.

Por ejemplo los viernes, o las tardes de los miércoles, o directamente todas las tardes. En ese espacio están prohibidas las reuniones.

¿Y aquellas que sean de extrema urgencia o gravedad? No estamos operando a corazón abierto, pero tampoco debemos ser intransigentes. Sentido común por favor.

Sé el cambio que quieras ver en el mundo, como dijo una vez una gran persona. En este caso, sé el cambio que quieras ver en tu entorno laboral, en tu empresa.

Y para cerrar, las palabras de otra gran persona del mundo del product management.

Como dice Roman Pichler en su libro How to Lead in Product Management:

«Ser una persona ocupada es tentador: hacer cosas puede ser emocionante y gratificante, y ocupar tu tiempo puede hacerte sentir útil e imprescindible. Pero si siempre estás "activo" o "activa", si trabajas durante tu pausa para el almuerzo y revisas los emails de trabajo por la noche, por ejemplo, entonces puedes no recuperarte ni recargar tu energía. Acabas siendo una persona atrapada en una burbuja de trabajo y en peligro de quedarte sin energía y creatividad. En mi caso, me resulta imposible tener nuevas ideas y ser creativo cuando estoy sobrecargado y cansado.»

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