La accesibilidad digital consiste en ofrecer a todos el mismo acceso a los contenidos y servicios digitales (independientemente de la naturaleza de la discapacidad y de la forma en que el usuario consulte la información). En la práctica, esto significa que, para ser accesible, un producto debe ser: perceptible, utilizable, comprensible y robusto.
Para entender mejor la accesibilidad digital, es importante definir la discapacidad. La discapacidad se define como toda limitación de la actividad o restricción de la participación en la vida en sociedad que sufre en su entorno una persona a causa de una deficiencia sustancial, duradera o permanente de una o varias funciones físicas, sensoriales, mentales, cognitivas o psíquicas, una pluridiscapacidad o un trastorno de salud discapacitante.
Aquí tienes algunos ejemplos:
- Para ser perceptible, un producto debe, por ejemplo, crear contenidos que puedan presentarse de distintas formas sin perder información u ofrecer equivalentes textuales a contenidos no textuales.
- Para ser utilizable, un producto debe, por ejemplo, hacer que las funcionalidades sean accesibles a la navegación por teclado, permitir al usuario el tiempo necesario para leer el contenido, evitar los contenidos demasiado animados que corren el riesgo de provocar ataques epilépticos.
- Para ser comprensible, un producto debe hacer que las páginas funcionen de forma predecible y ayudar al usuario a corregir los errores de entrada.
- Por último, para ser robusto, un producto debe, por ejemplo, optimizar su compatibilidad con los usos, incluidas todas las tecnologías de asistencia (botones, asistencia por voz, etc...).
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